NO CONTIGO
Le hable por primera vez aquella mañana de enero. Ella trabajaba de secretaria de un abogado y yo era un repartidor de correos. El abogado hacia tantos pedidos que sin mentirles, una vez al mes tenia que visitarlo para entregarle todo lo que ordenaba. Entonces pensé, si la voy a estar viendo mensualmente quiero por lo menos, hacer una amistad con ella. Con mucho miedo me anime a hablarle, ella siempre con una sonrisa me seguía la plática hasta que el quinto mes me regalo su número. A veces con la excusa más estúpida le llamaba un día antes solo para decirle que llegaría con un paquete. Mi felicidad se terminó cuando un año después me despidieron del trabajo. Encontrar un nuevo trabajo no me dolia, pero el hecho de ya no poder verla me angustiaba. Ya no pude despedirme personalmente de ella, ya la había visitado cuando me notificaron de mi despido. Esa misma noche con un nudo en la garganta la llame, no miento al decir que una hora antes, estaba pensando exactame...